Conocé la vida de este hombre que no conoce de imposibles: es no vidente, es sordo pero eso no le impide vivir al límite.
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A la hora de hacer migraciones, en el casillero de profesión, Martín Kremenchuzky puede poner varias cosas: conferencista motivacional, ingeniero en sistemas, triatlonista, único argentino no vidente en realizar un Ironman (una de las carreras de triatlón) y más. Hoy le puede sumar «participante de ¿Quién quiere ser millonario?», porque vino al programa para donar dinero a la fundación FÁTIMA, especializada en sordo ceguera.
Sí, porque además de haber ido perdido paulatinamente la visión desde sus 7 años hasta quedar totalmente ciego a los 34, desde los 5 padece hipoacusia y precisa de asistencia electrónica para poder escuchar. De hecho, hubo que acondicionar especialmente el estudio del programa con un auricular especial y un parlante en el piso para recibirlo.
Sin embargo, todos estos peros no le pusieron un freno a Martín. Al contrario, lo impulsaron siempre a ir por más: «Con mi ejemplo la gente se da cuenta de que podemos mucho más de lo que creemos».
Convencido de su potencia, se ofende cuando le dicen que ha tenido suerte. «Golpeé mil puertas, una o dos se abrieron. Eso no es suerte», dice.
Además de triatlón, hizo remo y carrera en montaña. Hoy, acompañado de su hijo, se llevó 300 mil pesos para fines benéficos y anotó un nuevo hito en su larga vida de superación.